
La palabra ha tenido a lo largo de la historia una dimensión divina -Logos, Vebum- y una dimensión cotidiana y comunicativa. Probablemente dentro de esta última alcanza su máxima expresión cuando es instrumento terapéutico, de integración y, por supuesto, de amor entre los hombres. Y su mínima, la más execrable, cuando es vehículo de la manipulación y de la mentira.
Vivimos en una sociedad donde la solidaridad está de moda. Y también en este terreno, elevado a principio normativo y piedra miliar de los ordenamientos jurídicos contemporáneos, la palabra se hace demagogia y habitó entre nosotros.
Nuestro mundo, con esa nueva presentación, sigue practicando una solidaridad de escaparate y de limosna, y donde la idiotez del género humano se manifiesta en las mesas petitorias, maratones televisivos y “rastrillos” que vienen a aliviar la conciencia de un mundo que no quiere dar una respuesta definitiva a la exclusión social y que se niega a que ese principio constitucional pase a ser parte prioritaria de la estructura del estado.
La política, desentendiéndose de esta misión, ha subrogado en los colectivos afectados la responsabilidad y trabajo de integrar social y laboralmente a los más necesitados.
Hoy, en estas fechas navideñas, y todo el año, vamos a recordar a aquellos héroes que luchan a diario por encontrar un sitio en nuestro complicado mundo. A aquellos que necesitan la palabra en su dimensión de compromiso, de cariño y de solidaridad no sólo para sentirse reconfortados sino para abrirles y abrirse, aunque sea a codazos, las puertas de un mundo puñetero que no es que esté loco sino que el ser humano es extraordinario en su insensibilidad y hedonismo.
A mis hermanitos colifatos de todo el mundo, enfermos mentales, discapacitados psíquicos, físicos, sensoriales, a todos, que vais recogiendo la palabra yo os doy mía. Aquí y en donde haga falta nos seguiremos encontrando.
1 comentario:
Nuestro mundo, con esa nueva presentación, sigue practicando una solidaridad de escaparate y de limosna, y donde la idiotez del género humano se manifiesta en las mesas petitorias, maratones televisivos y “rastrillos” que vienen a aliviar la conciencia de un mundo que no quiere dar una respuesta definitiva a la exclusión social y que se niega a que ese principio constitucional pase a ser parte prioritaria de la estructura del estado.
Chapeau.
Muakiss
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