14 ene 2009

Penélope cumple 44 abriles

De vuelta a la nueva Troya y tras sortear el Cabo de los Infiernos en el sur de la isla de los Lestrigones de la antigua Marca de Hispánica que se extiende, por el norte, desde los montes que llevan el nombre de Pirene, hija de Atlas, y por el sur, hasta Ulldecona y la desembocadura del rio Cenia, Poseidón, dios de los mares, y que todavía desconoce que fui yo quien cegó en desigual batalla a su hijo Polifemo, nos da una tregua.

A caso debamos aprovechar la bonanza y recalar por sorpresa en sus playas y dar muerte a sus gigantes acostumbrados a tiranizar a sus subditos, invadir tierras extrañas, ocupar haciendas, destruir cosechas y devorar a sus habitantes en aterradores y sórdidos festines de antropofagia.

Me encomiendo a Atenea, mi diosa y mentora, protectora de mi misión. Que ella decida en mi sueño de hoy.

Y mientras la tripulación repara los daños de nuestra nave provocados por la última tormenta y abroquelan la mayor, aprovecho para rendir guardia a mi descuidado cuaderno de bitácora que me advierte –porque así lo anoté al partir- que hoy Penélope cumple 44 abriles.

Y yo aquí, a tantas lunas de ella y de Ítaca y, otra vez, rumbo a Troya.

¿Sabrá de mi estancia en la isla de Rascaña donde tantas noches y tantos días, hasta tres años, fui seducido por Calipso, la mas bella ninfa, con la promesa de mi inmortalidad?
¿Deberé, a mi regreso, darle cuenta de mi debilidad para alcanzar el tan anhelado sosiego para mi espíritu maltrecho?
¿Me temblará el pulso a la hora de tensar el arco de la reconciliación y seré certero para atravesar con mi flecha los ojos de las hachas que conducen a su corazón?

Duerme la tripulación. Subo a cubierta y apoyado en la regala de la amura de estribor pierdo la mirada en la inmensidad de la noche de un mundo en el que todo está por hacer.
Sólo la luna me acompaña. Y Atenea.

Primera Chrónica apócrifa de la reconquista de la nueva Troya en el año MMIX de la Era de Nuestro Señor.(Y II.)



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