16 ene 2009

La fiesta del arte, la identidad y la fe.

Este año tengo el honor de glosar las virtudes de tres nuevas musas que presidirán los festejos de mi ciudad y de una querida localidad vecina. Amén de alguna colaboración literaria en la que espero que María me ayude, y otros nombramientos honorarios.

Hacer bolos no es, especialmente, lo mío pero sí me gusta lo que ello conlleva que siempre son fraternales encuentros con amigos y correligionarios que, al final o al principio, son los que te proponen para estos menesteres.

Por supuesto que todo empieza con comidas o cenas en la que te advierten de tu inminente responsabilidad y tras estas otras más en las que conoces a la musa.

Más infantiles o más mayores, la verdad es que a uno siempre le sorprende con la ilusión y pasión con que viven la fiesta.

Yo reconozco que hay ciertas cosas prosaicas y superficiales de todo tipo de festejos y celebraciones que no me gustan. Pero la exaltación y defensa de tu identidad a través de las tradiciones sí son un mecanismo certero para forjar la historia y permanencia de los pueblos.

Y su dimensión espiritual. Porque no podemos olvidar que todas las fiestas en España se hacen en honor al Patrono o Patrona de la ciudad.

Aquí tenemos patrono y patrona, y esta es, os lo aseguro, la más tierna de las Vírgenes bajo cuyo protector manto siempre encuentran amparo el débil y el necesitado.

Si, además, a la tradición se le une el arte, dimensión esta que más me atrae de la fiesta, es por donde uno se puede sentir mas atrapado por ella.

Y por la proverbial belleza de la mujer de mi tierra a la que siempre cantó el poeta.

Smara@hotmail.es

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