
Acaso la calidez y el confort del hogar y la nostalgia por tantos y tantas cosas propias invitan a volver a nuestra Ítaca, pero el deber del soldado es mantener la conquista y defender nuestro promontorio desde el cual se divisa la victora y la gloria.
Anoche, cuando todos los fuegos de nuestro campamento iluminaban nuestras tiendas, pensaba en el retorno para fundirme en el reconfortante abrazo de los míos, porque ya, a mis años, pienso que lo de la celeste raza del héroe es más propio de la edad que de la estirpe del guerrero.
Es, en efecto, el deber el que me llama. Me apresuro a cortar las escotas con las que, como Ulises, me amarré al palo mayor de mi nave y doy la orden de cambiar de rumbo hacia la nueva Troya.
Correré los riesgos de mi tripulación y el de volver a enamorarme de las sirenas que con sus dulces cantos siempre estremecen el corazón. Y el mío, en el que todo lo bello cabe, se abrirá para nadar entre sus susurros y ternura. Y navegaré junto a ellas, pero no de vuelta a Ítaca.
Troya sigue siendo nuestro objetivo porque en ella se encuentra secuestrada, junto a Helena, el alma de mi pueblo.
Primera Chrónica apócrifa de la reconquista de la nueva Troya en el año MMIX de la Era de Nuestro Señor.
4 comentarios:
Me he emocionado al leer "Volvemos a Troya", y aún más: me he identificado plenamente con lo que Ud., con tanta belleza, expresa.
Mis saludos, compañero. ¡A Troya!
Me he emocionado al leer "Volvemos a Troya", y aún más: me he identificado plenamente con lo que Ud., con tanta belleza, expresa.
Mis saludos, compañero. ¡A Troya!
Muchas gracias. Voy a ver si tengo un rato y recalo por tu blog. Un abrazo.
Muchas gracias a tí. Un saludo desde Cabra (Córdoba)
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