Mi Wendy Darling, que sigue de nube en nube, me propone de manera sibilina -armas de mujer- dar una vuelta junto a ella por el espacio sideral.
Mañana jueves, 19, se inaugura el Año Internacional de la Astrología con una acto y concierto estupendo en el Auditorio de Cuenca.
Ella ha escrito un post en su blog en el que, igualitarismos a parte, demuestra que tiene un gran corazón y un espíritu errante. Pero sé que también querrá mirar al cielo en busca de ese lucero, aquella estrella peregrina, en la que montan guardía tantos que nos dejaron y a los que pasado mañana mi Princesa del Rio del Arenal recordará con tantos amigos.
Este es su post y, al final, el enlace:
Este año es grande. Vamos a dar un paso más en poner nuestro pequeño granito de arena para ir cambiando este mundo remolón, al que hemos hecho tan perezoso en el arte de amar.
Somos muy dados a eso de poner nombres a los años. No discutamos si eso está bien o no, es bonito o feo. Aprovechemos el tirón en cualquier caso. Éste, el de la Astronomía, reconozco que a mí me apasiona, me emociona y me entran unas ganas locas de no perderme ni un sólo ítem de la agenda internacional, nacional, autonómica, de mi pueblo y hasta de mi urba, si se dignan...
En fin, que mientras terminan de manufacturarme esa alfombra mágica que encargué meses atrás (lleva mucho trabajo), en Vittorio y Aladino, para recorrer el espacio terrenal, galáctico e intergaláctico a voluntad, te cuento que el jueves 19, Cuenca se viste de estrellas para inaugurar oficialmente el Año Internacional de la Astronomía. Entre otros actos, lo que más me apetece a mí es asistir a un concierto que presiento divino, ofrecido por la Sinfónica de la ciudad. Tan divino que sus acordes vienen del Cosmos y a él regresarán, arrullándonos -a los que nos dejemos- con una magia universal y preciosa, cuyas escalas sostenidas tañirán más allá del infinito.
Tomando el hilo de unas de las palabras que leo en la presentación de la web española nacida para el AIA -la he pegado más abajo-, si nos sumergimos con espíritu abierto y corazón entregado dentro de este bello encargo, que trasciende lindes, diverengencias e idiomas, nos damos la mano y nos emocionamos conociendo la inmensidad de los astros y sus misterios, es probable, no, es seguro, segurísimo, que subiremos peldaños hacia un mundo más LIBRE e IGUALITARIO.
Nuestra alma de niños nos lo agradecerá. Y más, las de nuestros hijos, sedientos de menos cosas y más testimonios sencillos de la pureza del amor: cantidades astronómicas de alegría, de ternura, de comprensión, de fortaleza, de ilusión, de besos.
De aquí, al cielo
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