En este mundo de Dios donde la necedad es la característica de la incultura enciclopédica voluntaria y dominante, encontrarte con gente que sabe tanto, o simplemente sabe y no lo dice todo lo que sabe, resulta, cuanto menos, sorprendente.
El silencio es, pues, una manifestación de la prudencia y ésta, a su vez, de la inteligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario