9 abr 2009

-Células madre de la vida

El Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia ha obtenido por primera vez en Europa una línea de células madre sin destruir el embrión, inmunológica y genéticamente compatibles con el embrión del que proceden y que podrán usarse en el diseño de terapias dirigidas a regenerar órganos y tejidos dañados.

No se destruye el embrión, lo que es sustancial, porque anula -o atenúa de forma importante- el debate ético que se había instalado en torno a la conveniencia de usar embriones con fines médicos y que tenía al Vaticano como principal opositor.

Esos límites morales de la Iglesia se diluyen con esta línea de investigación, que rompe además tabúes inscritos en la rama de la bioética.

En Estados Unidos, donde se ha avanzado en ese campo, existe un ensayo clínico sobre la misma línea investigadora del Príncipe Felipe.

Obama aprobó el proyecto hace tan sólo unas semanas. En cualquier caso, es una prueba brillante y palpable de cómo las apuestas gubernamentales por la investigación y la ciencia, desarrolladas convenientemente, aportan conocimiento y también posibilidades de desarrollo a la comunidad en la que están erradicadas.

Reconozco que, como católico, esta noticia me reconforta enormemente pues tanto este tema como el de los preservativos me tenían intelectualmente enfrentados con Roma. Si al final la ciencia se concilia con las exigencias morales del respeto a la vida en el tratamiento de las células madre, como va consolidándose tambien la posición en contra de cualquier aborto, pues mejor que mejor. Nos quedará el tema de los preservativos, algo que yo personalmente no entiendo y mucho menos en pueblos del tercer mundo carentes de información y recursos y donde la gente muere por segundos por culpa del sida.

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