28 abr 2009

-Envidio a Sarkozy

Si yo me dedicara a la política institucional, esa que te absorbe todo tu ser, me gustaría ser Sarkozy. Salvando las distancias ideológicas -el muchacho tiene el marchamo de lo políticamente correcto- me encantaría llegar a ejercer el poder de la mano de una mujer como Carla Bruni.

Y digo de la mano porque ayer el Presidente de la República Francesa tuvo el detalle de "hacer manitas" con la Primera Dama del Elíseo. Y delante del personal, oiga que para eso es mi señora.

Detrás de ese gesto cariñoso debe de haber, sin duda alguna, una bonita historia de amor y pasión porque para poder sostener tan alta responsabilidad e ir de la mano, en todo momento de tu mujer, hace falta una gran identidad y complicidad.

Reconozco que la ternura y elegancia de Carla Bruni me tiene cautivado. Su sensualidad e inteligencia, su sonrisa, sus labios... hace que me entre un cosquilleo general. Me encantaría dominar la lengua gala o que ella hablará la nuestra para conocer que hay dentro de esa bonita cabecita. Y entrevistar a sus neuronas. Pero sobre todo me encanta verlos juntos, desafiando, con respeto, las hieráticas y severas normas del protocolo, mano a mano y dándose la mano, mirándose, sonriendo... no disimulando su amor.

Desde luego la Bruni es una gran embajadora de la glamourosa Francia pero a mí me resulta especialmente atractiva y seductora cada una de sus escenas de ternura y romanticismo mientras abanderan los intereses de su patria.

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