Premio Planeta, Premio Nacional de Narrativa, novelista y columnista de prensa, Juan Manuel de Prada es un referente de la literatura y el periodismo; y un dialéctico chestertoniano para tiempos políticamente correctos.
Propone una revolución antropológica que saque al hombre de un mundo virtual que es la ideología Matrix, una nueva forma de tiranía, que, satisfaciendo sus caprichos, convierte a las personas en peleles fácilmente manipulables por los poderes públicos.
Juan Manuel de Prada nos habla de "nueva tiranía" para distinguirla de las tiranías clásicas, en la que le hombre era consciente de que reprimían su libertad. La tiranía actual, sin embargo, exalta al hombre, convirtiéndole sin que se de cuenta en instrumento en manos de ese poder que le cuida con esmero, "como la hormigas cuidan a los pulgones que luego ordeñan".
"Vivimos en el matrix progre, un mundo virtual, un espejismo, una forma de ingeniería social, que injerta en las cabezas patrones culturales y de juicio. Todo ello disfrazado de adoración del hombre, que sin embargo es más esclavo que nunca porque ha renunciado a su verdadera naturaleza. Los verdaderos derechos y libertades nacen de la naturaleza humana, pero la ideología matrix la desvirtúa con derechos artificiosos (como los de la ideología de género o las opciones sexuales) que se traducen en la destrucción de la naturaleza humana".
Frente al concepto generalizado de que vivimos en una democracia donde el individuo es el protagonista de Prada se suma a la teoría de que esto es una democracia mediática que tiene secuestrada junto con los partidos hegemónicos a la voluntad popular. "La televisión es el repartidor de pienso ideológico, de patrones Mátrix (feminismo, homosexualismo, Educación para Ciudadanía a través de la programación infantil, con su ñoñería progre) hasta llegar a los talk-shaw, donde gente desvinculada vierte su cochambre vital".
Dice de Prada que este Mátrix lo ha pergeñado la izquierda, pero ha sido asimilado también por la derecha, que ha renunciado a presentar batalla a su adversario, en el ámbito de los principios.
La derecha ha entrado en el juego y se ha convertido en una especie de zapatero remendón que va arreglando los desaguisados que deja la izquierda. Pero no ofrece una alternativa.
Con independencia de que me resulta especialmente brillante su exposición y síntesis del problema, me identifico mucho con el antídoto para sacarnos, o mejor dicho, no entrar en este Mátrix. La solución reside en dejar bien claro cual es "la distinción entre el bien y el mal y el significado profundo de la libertad. Una visión de la sociedad y el hombre radicalmente distinta, que es la que proporciona la visión cristiana de la vida. Frente a una antropología desquiciante, la cultura cristiana, restituye a las personas su verdadera naturaleza y permite lograr una vida cumplida".
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