
11 mar 2009
- Inmoral boicot socialista al 11M.

¿Qué puede pasar por la cabeza de un político para negarse a ir al acto -y decirlo, además, en un comunicado- por el hecho de que el gobierno de Esperanza Aguirre haya cerrado de un plumazo una comisión de investigación?
¿Qué tendrá que ver la memoria colectiva hacia un salvaje atentado con un acto político sobre la corrupción en el PP?
Creo que el asunto no es baladí. Es un sintoma claro de la grave enfermedad que padece la clase política española, en este caso, el PSOE: se ha creado una nomenclatura, una nueva casta dominante que le trae al fresco la ciudadanía hasta el punto de perder la sensibilidad ante un execrable acto terrorista en el que murieron 192 personas y que produjo un claro golpe electoral.
Noticia en EL PAIS:
El secretario general del PSM, Tomás Gómez, ha justificado la ausencia al acto por la "falta de respeto institucional" del Gobierno de Esperanza Aguirre al dar un "carpetazo en falso" a la comisión de investigación del espionaje que ha echado el cierre de forma fugaz. El ex alcalde de Parla, en un acto celebrado por el Ayuntamiento, ha aclarado que el "boicot" de su partido a los actos institucionales de la Comunidad tiene "carácter indefinido". Preguntado en la Cadena SER, el líder de los socialistas madrileños ha dicho que no está dispuesto a ser "comparsa" de Aguirre por que "insulta a las instituciones". La decisión fue adoptada ayer por el Grupo Parlamentario y respaldado por la dirección con Gómez a la cabeza.
Enlace El PAIS:
1 comentario:
Los señoritos políticos no son como niños, son mucho peores que los niños porque la inocencia infantil se les ha transformado en esa suerte de crueldad que ejercen los niños tontos en el cole con sus compañeros más débiles, cuando se sienten harto inseguros y tienen que cebar su miedo con aquél que les refleja su propia imagen en el espejo.
Es vergonzoso, penoso e incomprensible que los señoritos políticos no sepan hacer otra cosa que tirarse los trastos a la cabeza (ahora me toca a mí - ahora te toca a tí - ahora nos cambiamos), llevándose en medio de su jueguecito a todo bicho viviente. Lo mismo da que sean ancianos, que niños, que la memoria de los difuntos.
Me saltan todos los fusibles a una al contemplar teatritos como éste. Me invade la impotencia. Y vuelvo a pensar que en estos casos, sobre todo en estas inadmisibles escenas de la falta de consideración humana llevada al extremo, lo único que erradicaría esas bajas conductas sería un par de bofetadas bien dadas en los rostros de piedra y maquillaje de Dior de esos señoritos que no sé cómo se atreven a creerse siquiera que nos representan.
Dedíquense, señores, a otra cosa, porfa. Hay muchas actividades en la vida, a la medida de los potenciales correspondientes. Limpiar pocilgas, por ejemplo. O autoflagelarse, en vez de lapidar sin escrúpulos a las personas de a pie que han tenido que sufrir las consecuencias de su mal hacer.
Porque no sé si se han planteado que todos estos asesinos sin alma actúan con el beneplácito del poder ése en el que ustedes están montaditos, mientras los demás somos espectadores de su pánico.
¿Se divierten con el juego? Pues recen todo lo que sepan para que mañana no sea uno de ustedes la diana del azar.
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