LA CRISIS ECONOMICA DE LA CRISIS DEL SISTEMA (I)
DINERO FACIL Y FRÁGIL
Uno de los efectos positivos de la actual crisis financiera mundial ha consistido en suscitar una amplia reflexión colectiva, habitualmente omitida, sobre el dinero y las bases estructurales de nuestro sistema económico.
Desde hace décadas, el motor de la economía occidental ha estado en un consumo desbocado y en un crédito igualmente excesivo. La idea parece tener su lógica: “Cuanto más bienes quieran adquirir los consumidores, y cuanto más excitemos —por tanto— su insaciable deseo de consumir a través de todo tipo de tácticas y estímulos, mejor irá la economía, ya que las empresas venderán más, se crearán puestos de trabajo, etc., etc.”.
Ahora bien: la hipertrofia del consumo debe terminar siendo contraproducente, ya que conlleva la decadencia del otro polo irrenunciable de toda economía: el ahorro y la inversión, es decir, el sacrificio en pos de posibilitar un consumo futuro sustentado sobre bases sólidas. Si el motor de la economía se encuentra en el consumo y el crédito, estamos creando un “sistema económico drogadicto”, necesitado de cantidades cada vez más altas de un dinero “de baja calidad” (el dinero crediticio, dinero fácil y frágil, ya que la capacidad de compra no se basa aquí en un sacrificio ahorrador ya realizado).
El origen de la crisis financiera mundial está en las hipotecas subprime norteamericanas. Sin embargo, culpar genéricamente a “Estados Unidos” o al “capitalismo salvaje estadounidense”, como hace la izquierda europea, resulta miope: los inventores del sistema subprime no hicieron más que aplicar una lógica que, aunque peligrosa e irracional, deriva de las bases mismas de un sistema económico, y también cultural, en el que la sociedad occidental ha participado hasta ahora con notable complacencia.
En el fondo, se trataba de hacer “circular signos” —etéreos apuntes contables que, por miles de millones, viajaban de un lado a otro del planeta en cuestión de segundos— en un sistema económico cada vez más opaco y con un soberano desprecio hacia las posibles consecuencias dañinas de esa danza turbulenta de signos. De manera similar, la sociedad occidental hace circular, en el “sistema sexual”, un caos salvaje de imágenes y estímulos eróticos que alimentan fantasmas notablemente peligrosos en la psique de millones de occidentales, y ello con una absoluta indiferencia hacia las consecuencias perniciosas de ese flujo icónico: el caso es seguir rindiendo culto a esa diosa ambigua llamada “libertad”.
sigue: LA CRISIS ECONOMICA DE LA CRISIS DEL SISTEMA (y II)
¿CRISIS DE MERO AJUSTE O CRISIS SISTÉMICA?
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