12 abr 2009

-La noria de Telecinco

Tras una cena que merecerá su correspondiente post encendimos la TV y, como salida de la serie dinosaurios, aparece en la pantalla la directora de informativos, Maria Antonia Iglesias, insultando e interrumpiendo a todo quisque y diciendo que la iglesia estaba manipulando las concentraciones sociales en contra del aborto y diciendo, sin rubor alguno, que la campaña del lazo blanco es un montaje político orquestado por la iglesia contra el gobierno de la nación.

Cuando este ser arrogante, soberbio, fea hasta morirse, y maleducada dijo que la iglesia del lazo blanco y del niño y el lince le recordaba a iglesia del 36 y de la guerra me entró un coraje irreprimible. A este saco de bilis alguien -porque nadie se lo dijo- le debió de recordar que la iglesia del 36 estaba muerta. Muerta, asesinada, paseada y quemada en la calle, las monjas violadas y fusiladas por el ejército republicano del "gobierno légítimo" que defiende y reivindica Maria Antonia Iglesias.

Alguien debería de haberle dicho a esta y al exfalangista y exopusista Enric Sopena que la dimensión moral de la vida y de la persona transciende a lo puramente religioso y alcanza, por supuesto, a lo político ya que es desde la política donde se ataca a la vida, a la dignidad de la persona y a su libertad y estos tres conceptos son, por definición, realidades absolutas en las que la iglesia tiene una obligación doctrinal le guste o no a la clase política y a todos los babosos y cortesanos que pululan por la prensa subvencionada por el gobierno de zetapé.

Y que las procesiones son manifestaciones religiosas donde probablemente la política y los neopaganos del dios poder-dinero no deberían de entrar ya que son competencia exclusiva de la iglesia y de los fieles y creyentes que son los que deben de obedecer, en su caso, los mandatos de la iglesia de si se pone un lazo blanco o negro.

Así que a este par de amargados y mal educados, multinominados por llevar la contraria a gritos a todo bicho viviente, alguien debería pararles los pies y decirles sin vacilar que son una máquina de secreciones, babas, esputos y demás heces nacidas del profundo odio hacia los demás que genera su soberbia.

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