
"Éste es un proyecto fundamental para nosotros y, técnicamente, es uno de los mayores retos a los que me he enfrentado", reconoció Calatrava en la inauguración de la muestra, que se podrá visitar en el Instituto Español Reina Sofía hasta el 31 de agosto.
Explicó que, además de ser un enorme reto arquitectónico, puesto que se trata de un "gigantesco" intercambiador de transportes, se halla en el "corazón de Nueva York", por lo que no se puede interrumpir la circulación de trenes mientras se construye.
Además, "se encuentra en una zona muy consolidada y densa, donde simultáneamente se están realizando muchas otras construcciones", desde rascacielos, hasta un monumento en homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Para llegar a este punto ha tenido que modificar algunos aspectos del diseño original y ajustarse a todo tipo de requerimientos, desde presupuestarios y de seguridad hasta "emocionales". "Incluso la profunda carga emocional pesa mucho porque aquí murieron muchas personas. Sus familias, y toda la ciudad, está deseando verlo acabado, para cerrar así la puerta de una etapa. Por eso hemos hecho algunas concesiones", explicó.
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