3 may 2009

- Un dios salvaje

Ayer noche estuvimos en el Olympia viendo a Aitana Sánchez-Gijón y a Maribel Verdú en "Un dios salvaje" de Yasmina Reza. A mi me gustó la obra, su progresión y, sobre todo, la interpretación de los cuatros personajes que, cargados de convencionalismos, van vomitanto ese dios salvaje e interior que duerme en lo más recóndito de nuestras entrañas.

Dos parejas de padres, interpretadas por Pere Ponce, Maribel Verdú, Antonio Molero y Aitana Sánchez-Gijón, se reúnen para hablar de la agresión entre dos de sus hijos en un parque. Uno le había roto las dos palas (¿incisivos?) al otro (momento en que me acordé de Nacho al que, como cuento en Memoria de Ogigia, tambien se los tuvieron que implantar). Y de los míos, que fueron objeto de "desplante".

A lo que íbamos, el caso es que lo que comienza bajo la apariencia de cierta corrección política, termina sacando a ese "dios salvaje" que todos llevamos dentro.

La obra se plantea como un acercamiento a nuestro mundo interior, ése conformado por el aspecto instintivo que se sale de las buenas formas sociales o de lo politicamente correcto. De modo que lo que arranca como una reunión para conciliar posturas ( la pelea entre sendos hijos), permite durante el transcurso de la obra indagar en las grietas que hay detrás de cada uno de nosostros. Así es como los padres, finos y educados, comienzan defendiendo su territorio para acabar luchando entre ellos a guantazo limpio.

Hay momentos muy graciosos. Especialmente los que siguen a la "vomitona" con que nos regala la Verdú que sigue joven, guapa y delgada. Lo mismo que Aitana, también muy delgada, y que interpreta el papel de modosita esposa, con todos sus convencionalismos sociales, pero que esconde una neurótica compulsiva con un dios interior que le lleva a la venganza de su hijo.

Ellos, Antonio Molero y Pere Ponce, muy muy buenos en sendos papeles de abogado ambicioso, pesetero, sin escrúpulos y desentendido de las cosas "menores" de la familia; y el otro, de comercial conformista, un tanto noño de formas, pero que esconde todos sus instintos primarios a la hora de defender su territorio.

La verdad es que lo pasé bién. Estaba lleno.

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